"Los filósofos rara vez se convencen unos a los otros, si es que eso ocurre alguna vez, de modo que una discusión entre dos filósofos se asemeja a un diálogo entre sordos".

Con esta frase trato de analizar a la filosofía desde un plano que se expande por todos lugares y da como resultado una propuesta carente de todo soporte para llegar a una conclusión fidedigna; a esta situación le adjunto el hecho que hasta ahora lo poco que he estudiado sobre la filosofía no da muchas respuestas a lo que muchos tratan de conseguir. Es verdad que como estudio y conocimiento, la filosofía desentraña aquellas cuestiones relacionadas con la vida, el ser, la realidad y todo conocimiento que haya sido adquirido y por el cual se tenga una verdad subjetiva, porque si de algo he aprendido, es que no hay verdad absoluta, por más que se den las mejores conclusiones y la más correcta idea, ya que conforme se adquieren nuevos conocimientos, se van dando nuevas propuestas cada vez más complejas y cada vez más precisas, pero nunca llegando a la verdad absoluta.
Dentro de esta "ironía" del conocimiento, nos damos cuenta del profundo significado que tiene nuestra propia interpretación sobre las ideas y los hechos que tomamos para dar nosotros mismos nuestras conclusiones, las cuales tratamos de defender a como de lugar, y basandonos en pruebas que casi siempre son subsecuentes a nuestra propia realidad..
Es por eso que en este momento estoy perplejo ante la concepción que tengo sobre lo que conozco, ya que al no ser una verdad absoluta, no puedo refutar que lo que sé es cierto, y la tomo como verdadera por mi propia interpretación, pero ya sea real o ficticia, solo será una opinión más dentro del laberinto del conocimiento del cual muy pocos dan con la salida.